
Sinópsis
La llegada de Pedro Infante a Mexicali dejó una huella imborrable. Carlos Torres y Daniel Salinas Basave cuentan la historia de sus tres inolvidables noches en el Cine Curto, donde el ídolo del pueblo se entregó por completo a sus admiradores fronterizos.


Un sábado en el callejón Reforma
No cabía un alma en el callejón Reforma aquel sábado 14 de noviembre de 1953. Desde catedral hasta la calle Álvaro Obregón una multitud había tomado el primer cuadro de Mexicali. El rumor había corrido en el centro y sus alrededores: el ídolo del pueblo, Pedro Infante, estaba cantando a capela afuera del cine Curto.
De boca en boca la gente se fue enterando, y en cuestión de minutos las calles eran una locura. Los comerciantes dejaban solos sus puestos del mercado, las empleadas salían de las tiendas y los pasajeros pedían bajar de los camiones. Todos ellos y más, al llegar a las cercanías del Curto, pudieron comprobar que el rumor era real: el ídolo de Guamúchil había bajado al callejón Reforma y estaba conviviendo con sus fans cachanillas.
Aquel noviembre de 1953 Infante llegó a Mexicali invitado por su compadre y amigo don Adolfo Curto, dueño del cine, que había sido inaugurado siete años antes y que aún era la sensación entre la sociedad mexicalense.
Casa Curto, comida china y fama desbordada
La Casa Curto tenía una recámara privada con baño, y desde ahí se podía bajar lo mismo hasta el escenario que al callejón Reforma, narra Susana García, actual propietaria del cine.
A Infante le encantaba desayunar los biscuits del café Azteca, no los perdonaba: cuando venía a Mexicali siempre los pedía. Los descubrió en su primera visita en 1944, y desde entonces fueron infaltables en cada ocasión que venía.
Para comer solía pedir comida china del restaurante 19, que le llevaban hasta su habitación. Mientras aguardaba en Casa Curto, el actor solía salir a fumar a la terraza, desde donde saludaba a la gente que paseaba por la calle.
Aquella tarde de noviembre Pedro Infante se salió a fumar, como tantas veces lo hacía, y la gente desde la calle lo reconoció, por lo que le empezó a saludar. Una multitud se fue aglomerando y entonces ocurrió el milagro: el ídolo de México fue a las escaleras y bajó hasta el callejón Reforma.
El ídolo que no se fue de Mexicali
En ese momento Pedro Infante era el máximo ídolo de México; nadie lo igualaba en popularidad, la gente lo adoraba, y se notó, recuerda Sergio García.
Cuando sale la luna, Fallaste corazón, Si tú me quisieras y Yo no fui fueron algunas de las canciones que improvisó, y contó con el espontáneo coro de sus seguidores.
Pedro Infante fue varias veces a Mexicali, pero la visita icónica fue la de noviembre de 1953, cuando estaba en el pico de su fama, en la época que más conciertos ofreció.
Las tres presentaciones ofrecidas en el cine fueron un éxito absoluto, pero la gira de Pedro Infante no terminó allí: luego de sus conciertos en el Curto, el ídolo de México tomó el tren para irse hasta el poblado de Kilómetro 57 en el Valle de Mexicali.
La gente fue feliz aquella tarde; no hay videos o fotografías que lo certifiquen, pero las abuelas y abuelos del Valle nunca olvidan que Pedro Infante salió a cantarles al aire libre.