El día que nació Música Ligera

Soda Stereo

Mexicali

1989

Sinópsis

En la Plaza Calafia de Mexicali, B.C., nace, casi por accidente, una de las canciones más emblemáticas del rock en español: Música Ligera de Soda Stereo. Carlos Torres y Daniel Salinas Basave relatan cómo este himno latinoamericano encontró su chispa inicial en tierras cachanillas.

Un otoño sin tregua

Caliente e intenso estaba resultando ese otoño para los integrantes de Soda Stereo y su equipo. La gira Languis había iniciado el 29 de septiembre en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, y desde entonces Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti no habían tenido tregua, pues tocaban en una ciudad distinta cada día

La primera selfie de toda su vida

Destellaban los primeros rayos del amanecer cuando el autobús entró en Mexicali. Soda Stereo estaba de vuelta en la capital de Baja California exactamente 370 días después; su primera visita había sido el 5 de noviembre de 1988, durante la gira Doble Vida. En aquella ocasión habían hecho también la ruta terrestre Mexicali-Hermosillo, pero con un día completo para descansar y reponerse.

Con la tremenda modorra a cuestas llegaron al hotel Araiza, donde durmieron por la mañana. Despertaron antes del mediodía pues debían atender una rueda de prensa en una de las salas del hotel. En pleno otoño el termómetro superaba los 30 grados en Mexicali.

Terminada la conferencia, el cuerpo exigía agua fresca, y Gustavo no quiso salir sin antes darse un chapuzón en la alberca. Un joven fotógrafo debutante de 17 años de edad, llamado Saúl Lucatero, se las arregló para burlar la seguridad y seguir al cantante hasta allá. Se acercó a platicar con Gustavo, quien fumaba a la orilla de la alberca. Llevaba consigo una cámara profesional, una Minolta de 35 milímetros. Le pidió al cantante una foto juntos, pero no había quien los retratara. Entonces el joven fotógrafo tuvo una idea: Gustavo se sorprendió al ver cómo Saúl extendía el brazo con la lente de la cámara volteada hacia sus rostros para autorretratarse con pulso perfecto.

Para la segunda década del siglo XXI eso sería la práctica más común del mundo con los teléfonos celulares, pero en 1989 aquella era una verdadera rareza, máxime con una cámara tan pesada. Según palabras del propio Gustavo, fue la primera selfie de toda su vida.

“Traté de calcular la distancia para que la foto no saliera fuera de foco; pensé que no se iba a lograr, pero a la hora de revelarla me sorprendí por lo bien que salió”, narra Saúl 35 años después de esa experiencia.

“Recuerdo que Cerati dejó un cigarro encendido sobre la mesa. Pensé en tomarlo, pero al final dudé y no lo hice. Cómo me arrepiento. Hoy tendría una reliquia con ADN de Gustavo Cerati”, dice Saúl.

Pasadas las dos de la tarde el grupo salió a comer. Zeta Bosio aún no olvidaba la delicia de comida china que había probado en su primera visita mexicalense, y pidió repetir la experiencia. Su mánager propuso llevarlos al lugar de moda, en donde tendrían un salón privado para todo el equipo: el restaurante Misión Dragón, un lugar acondicionado para recibir a celebridades y grupos grandes.

Al salir del restaurante no hubo tiempo para descansar o turisteo, pues Adrián Taverna, ingeniero de sonido del grupo, los apuró para ir a realizar la prueba de sonido en plaza Calafia.

El grupo arribó al escenario a las 4 de la tarde y el sol caía a plomo sobre la plaza. No había resquicio de sombra donde refugiarse. “Buscábamos que el escenario estuviera a la sombra. Recuerdo que hacía mucho calor, y fue una tarde realmente especial”, recordaría muchos años después Taverna durante una charla con Zeta Bosio en el programa Soda Stereo Rock Hall en julio de 2023.

Improvisación al sol: nace un riff

Las pruebas de sonido solían ser tierra fértil para la improvisación, pero lo que ocurrió esa tarde, inmersos los músicos en la resolana del atardecer cachanilla, marcaría un antes y un después en la historia del grupo.

“Era como una especie de jam con alguna forma no definida, y de repente salió el riff de la canción; se acoplaron y salió algo”, cuenta Taverna.

De manera espontánea y sin proponérselo, bajo el sol del atardecer mexicalense estaba surgiendo el riff de la que sería su canción más famosa y escuchada: “De música ligera”.

Algo mágico ocurrió entonces: de la repentina improvisación estaba derivando una composición tan simple como contundente. La plaza estaba vacía, pero afuera varios cientos de fans ya hacían fila para entrar, y al escuchar el riff simplemente enloquecieron. No sabían que sus oídos estaban captando un momento apoteósico para la historia de la música.