
Allá por los años setenta, cuando yo estaba por nacer, mi papá, Luis Torres, abrió un bar en el centro de Mexicali. El lugar fue bautizado como “Luis Tarros” y se ubicaba en la calle Zuazua, justo frente al antiguo Banco Rural.
Poca gente lo sabe, pero en Luis Tarros nació para el mundo un trago típicamente mexicalense: La Chabela. Mi papá nació en León, Guanajuato en 1928 y a lo largo de su vida tuvo muchos trabajos y emprendió diversos proyectos y negocios. (Uno de ellos fue una gasolinera en Pueblo Nuevo).
Conocido cariñosamente por sus amigos como “el Guacho” o simplemente Luis Tarros, mi papá era un hombre muy querido por los parroquianos de su barra. Los clientes habituales lo recuerdan porque ahí se servía la cerveza más fría de todo Mexicali, y se ofrecían las mejores botanas.
Pero la gente acudía a ese lugar no solamente buscando el tarro más helado, sino también las anécdotas y los chistes de mi papá, que amenizaban a la concurrencia mientras jugaban poker o cubilete. Todos coinciden en que “el Guacho” tenía el don de la conversación amena y era un gran narrador de historias.
Con mucha nostalgia, don Ezequiel Benitez, dueño del restaurante "Museo del Valle de Mexicali" me platicaba los buenos ratos que pasaba en Luis Tarros, e inclusive me confesó que seguramente se quedó debiendo algunas rondas de cerveza.
En aquellos años mi papá contrató como cantinero a don José Angulo, un señor que trabajaba como técnico en la Cervecería Superior y que solía arreglar los refrigeradores y los barriles en el bar. Don José hizo buena amistad con mi papá y acabó trabajando atrás de la barra.
Buscando crear tragos diferentes para la clientela, mi papá y don José empezaron a mezclar por primera vez jugo de tomate con cerveza en una copa ancha originaria del sur, llamada Chabela, misma que era escarchada con chile estilo Tajín en el borde.
Todo comenzaba con un baño de abundante limón sobre un fondo de ocho hielos para después servir la cerveza con la copa debidamente inclinada. Una vez servido el fondo de cerveza, tocaba el turno al jugo de tomate, que en un principio era jugo V8 y con el tiempo se transformó en Clamato.
Para coronar la receta se le agrega una rama de apio o en su defecto un pedazo de zanahoria. Además se le agregan unas gotas de salsa inglesa y se coloca una rodaja de limón decorando el borde. Sí se quiere algo más picoso se le puede agregar salsa Tapatío y un poco de pimienta.
En pocos meses, las Chabelas de Luis Tarros se volvieron famosas y el bar de la calle Zuazua un punto de referencia en la ciudad. Años después Luis Torres traspasó el negocio, pero José Angulo continuó tras la barra hasta convertirse en propietario. Más de 45 años después del nacimiento del icónico trago, José Angulo sigue preparando las originales Chabelas en su bar La Conga, ubicado en Avenida Reforma, contando ahora con varias sucursales.
Yo sé que hablar de la creación de un trago o un platillo siempre dará lugar a polémicas y debates. Por ejemplo, he escuchado muy diversas historias de la creación de la Margarita y es casi imposible ponernos de acuerdo al respecto.
Muchas recetas nacen casi de casualidad, jugando y experimentando con los ingredientes y trascienden en la medida que a la gente le gustan y vuelven a pedirlas. En el caso del Clamato, sabemos que surgió en el bar del Hotel Lucerna de Mexicali, pero la Chabela como trago, es decir la mezcla de cerveza, Clamato y picor en una copa ancha, nació en el bar Luis Tarros.
Yo a la fecha sigo frecuentando cada cierto tiempo a Don José Angulo, que mantiene la receta original en su bar. Don José recuerda con nostalgia los tiempos en que nació un trago que se convertiría en un símbolo cachanilla.
“Las Chabelas fueron inventadas por el señor Luis Torres y un servidor, y fue un éxito desde el principio. Le dieron la vuelta al mundo y son originarias de Mexicali, Bar Luis Tarros. Hoy a nosotros nos toca disfrutarlas. Salud.”